Luego del reclamo que hicieran los empleados
públicos del Municipio de Morón, la opinión pública condenó duramente el
accionar del clan sabbatellista. La represión manifiesta que demostró el cuerpo
de gendarmería y la policía local para con los trabajadores puso en evidencia
un manejo oscuro y peligroso de las “cosas que se pueden y no se pueden hacer”
en Morón.
Repasemos: el ejecutivo moronense ordenó el
desalojo y la represión hacia los trabajadores municipales que pedían hablar
con el Intendente Lucas Ghi, ya son ignorados desde el mes de marzo, tiempo en
que comenzaron a pronunciarse con el fin de mejorar sus condiciones laborales.
En este lapso, debido a su participación en las reuniones y paros, distintos
trabajadores fueron trasladados, suspendidos y despedidos. Estos mecanismos de
opresión que ejerce el gobierno sabbatellista, persigue el siniestro objetivo
de cercenar los derechos de los empleados municipales, llevando a cabo una
persecución hacia quienes protestan y una permanente intención de
desorganizarlos para evitar los reclamos por sueldos dignos.
Desde hace varios meses los empleados
comenzaron a solicitar audiencias con el jefe comunal, a lo que sólo obtuvieron
negativas y ausencias. Como respuesta, se inició un despido sistemático con
especial ensañamiento a los cargos de mayor antigüedad, para dar lugar a
militantes políticos del sabbatellismo.
Además, en declaraciones públicas los
funcionarios moronenses afirmaron, con total descaro, que los trabajadores
están conformes con el pago de haberes y los beneficios correspondientes. En la
última protesta que tuvo lugar en Acceso Oeste, altura Castelar, los
manifestantes aseguraron: “Tomamos la decisión de seguir con la protesta hasta
ser escuchados y hasta sentarnos en una mesa a negociar lo que nos corresponde.
(…) Esto pasaba en la época de la dictadura y ahora lo vivimos en Morón”.
Según afirman los municipales, desde la
intendencia se niegan al debate por falta de argumentos válidos, por eso
utilizan métodos menos ortodoxos y más primitivos. Durante la última protesta,
gendarmería los intimó violentamente a desalojar el acceso bloqueado; incluso,
perros de la policía atacaron a los manifestantes al punto de herir a una
trabajadora enfermera, todas fuerzas mandadas por el gobierno municipal.
Esta actitud dictatorial, cerrada al diálogo y de
índole autoritaria y represora, contradice la postura declarada por el
sabbatellismo, “tan allegado a los derechos humanos”.
En un municipio donde hablar es exponerse a la
violencia y la persecución, los trabajadores necesitan del apoyo popular y de
la consciencia pública.
En plena democracia, y amparados bajo la
constitución nacional, los municipales de Morón seguirán su lucha por los
derechos que el sabbatellismo, día a día, les quiere arrebatar.
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