miércoles, 19 de septiembre de 2012

Las dos caras del negocio

Venta ambulante y corrupción en Morón

En el municipio de Morón, el digno comercio de la venta ambulante se tornó en los últimos años en un oscuro cruce de coimas, aprietes y ocultamiento.
Por un lado, la gran cantidad de gente que encontró en la venta un recurso para vivir, se situó en los espacios que el municipio permitió, creyendo que podrían trabajar dignamente y sin que nadie los molestara. Pero al poco tiempo de instalarse los aprietes comenzaron y las ganancias tuvieron que dividirse: una parte para el vendedor… y otra para coimero (entiéndase, para el encargado de la regulación de los puestos en la vía pública). Además, el hecho de no estar asociados con la red diseñada por el municipio implicó el maltrato y la degradación de sus labores, al punto de agredirlos físicamente y de quitarles sus puestos cuando ellos lo dispusieran. Estos hechos fueron atestiguados repetidas veces por los trabajadores y por taxistas del lado norte de Morón, que son espectadores de la situación límite a la que son expuestos los vendedores ambulantes.
Pero por otro lado el grupo de los “protegidos” está conformado por aquellos que nada tienen que temer; presuntos vendedores que, asociados con el municipio, forman una red de delincuencia que poco tiene que ver con la digna labor de los auténticos vendedores. Los aparentes puesteros encubren muchas veces “quioscos” de droga, o refugios para consumirla; lugares de descanso o escondite para delincuentes que asaltan a los transeúntes a plena luz del día y que hacen dudar de la labor de los auténticos trabajadores que pueblan las calles de Morón. Ellos están tranquilos, tienen protección, libertad, acceso a los gobernantes; hacen sus negocios a la luz del día y sin más reclamos que el porcentaje acordado. La policía local, también porcentaje de por medio, tiene acordado no molestar a los encargados de estos puestos a cambio de determinada información de gente “no deseada” por el gobierno local.
Así también, la ubicación de estos puestos en zonas cercanas a los bancos despertó sospechas en los ciudadanos, que temen algún tipo de arrebato o hurto cuando asisten a dichos establecimientos.
Así regulada la venta ambulante en Morón, convirtió a esta ciudad en un paraje imposible de transitar. Desde las escaleras de la estación, la plaza que se sitúa al frente, las veredas, la Plaza Larroche en el lado sur, las dársenas de las paradas de colectivos, la universidad de Morón, la puerta de los negocios, las esquinas, las calles, y hasta a veces adentro de las mismas galerías comerciales, se extiende la desregulada proliferación de puestos ambulantes. Una actividad que preocupa a todos los ciudadanos de este distrito y que, lamentablemente, no diferencia entre trabajadores y delincuentes camuflados. 

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