El conocido periodista Jorge
Lanata, quien ostentara en otras épocas premios y reconocimientos por su labor
periodística parece haber sido pionero en un juego mediático que pocos ostentan
en la televisión argentina.
Su programa semanal Periodismo
Para Todos comenzó el camino hacia un suicidio mediático difícil de igualar,
donde promete religiosamente una “bomba” todas las semanas, a riesgo de que la
fuente se agote en algún momento, y tenga que vender carne podrida, como
sucedió en más de una ocasión.
Ya fueron varias las
oportunidades en que el standapero asesinó su carrera periodística, teniendo
que desmentir sus acusaciones, retractarse y pedir las disculpas necesarias
ante quienes difamó levantando la bandera de la verdad y el heroísmo.
Esta vez el disparo fue contra el
municipio de Merlo y sus representantes políticos, a quienes, por obvia distinción
partidaria, el monopolio indica que hay que “pegarle”. De esta manera,
municipios aliados al gobierno nacional obtienen como dedicatoria del grupo
Clarín, a través de todos sus formatos, informes y notas difamatorias que los
condenan por adherir a un modelo de país que afecta a sus intereses.
En este caso fue Lanata quien,
con su juego perverso, disparó y eligió las figuras más discutidas de la
sociedad merlense (procesados, ñoquis, vándalos y difamadores a sueldo) para
que relaten el juego macabro de la mentira mediática.
Afortunadamente, en la era de las
comunicaciones, el público sabe leer entre líneas las intenciones verdaderas de
una mera jugada política y apreciar cómo ya, en varias oportunidades, al
conductor, le tiro le salió por la culata.
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