viernes, 8 de marzo de 2013

El honor… a costa del muerto


La trágica muerte del presidente Hugo Chávez Frías dejó un halo de sinsabores en América Latina, sólo comparable con la última pérdida a este nivel, como lo fue el deceso del ex presidente Néstor Kirchner. La conmoción nacional de los venezolanos se hizo eco en los representantes de gran cantidad de los hermanos países de habla hispana, que asistieron física o espiritualmente a la despedida.
Incluso esta pérdida cobró tal notoriedad que despertó el sentimiento patriótico y militante adormecido de algunas corrientes partidistas que arañaron el telón de fondo para mendigar unas migajas en la escena política actual.
La competencia desleal y la bajeza más absoluta identificaron a las minorías, ausentes por otra parte en los verdaderos problemas sociales. Ocupados en obtener un lugar de excelencia en la historia (o que al menos se los recuerde por alguna acción válida), representantes de estos partidos dispararon sus acusaciones posicionándose por delante de otros, en su relación con el fallecido líder.
“Nosotros organizamos el primer congreso bolivariano en el país”, aseguraron militantes de Libres del Sur, intentando sacar tajada de la desgracia que azota aun, en días de duelo nacional. Con estas palabras comenzaron el discurso fallido en competencia con las mismas fuerzas aliadas de Chávez, desmintiendo, fabulando y profetizando sobre una historia que el pueblo bien conoce.
“Muchos que hoy nos critican todavía eran duhaldistas o menemistas cuando apoyábamos a Chávez”, lanzaron en afán de competencia. Sin embargo, nadie recuerda la supuesta predilección del bolivariano por estas minorías reaccionarias, que dedicaron su existencia a oponerse sistemáticamente a cuanta propuesta amenazase su estructura.
Afortunadamente, los muertos se van para no volver; porque de hacerlo, algunos deberían sentirse heridos y defraudados de cuán en vano se pronuncian sus nombres.

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