Las elecciones legislativas de
este año plantean más desafíos a la oposición que al gobierno nacional. Los
partidos opositores, que no encuentran un referente propio, tienen que
demostrar a qué sectores de la sociedad representan y si son capaces de
elaborar una propuesta consistente.
La mayoría de los medios de
comunicación opositores plantean el escenario político del 2013 como un tablero
en el cual es el gobierno nacional quien se juega el todo por el todo. En la
especulación que hacen los principales analistas políticos, estas elecciones
legislativas de medio término pondrían en juego la legitimidad del kirchnerismo
–confirmaría o mermaría el histórico 55 por ciento en el 2011- de cara a los
próximos dos años de gestión. Es más, los más osados elucubran planes jamás
enunciados por Cristina Fernández de Kirchner respecto de una supuesta reforma
constitucional para asegurar la re-reelección presidencial. La estrategia de
plantear estas elecciones como fundamentales para el gobierno responde a una
necesidad política por parte de la oposición, de tapar sus propias deficiencias
por un lado, pero también, y he aquí, el principal objetivo de los factores
reales de poder, de quitarle gobernabilidad a la administración actual.
Las legislativas de este año no
son fundamentales para el gobierno nacional pero sí son definitorias para los
sectores ligados a la oposición. Es sabido que las elecciones de medio término
tienen resultados más laxos que las presidenciales. La razón es sencilla: en los
comicios por cargos ejecutivos quien gana se lleva todo el premio, por lo tanto
suelen presentarse pocas opciones, polarizadas, y los votantes suelen apostar
al seguro ganador o en contra de la opción aborrecida. En las elecciones
legislativas, con sistema electoral de representación proporcional, en cambio,
el resultado suele ser más
descentralizado; la razón es sencilla: el votante suele “darse el lujo”
de emitir sufragios menos “responsables” y se permiten licencias estéticas e
ideológicas para componer parlamentos más pluralistas. Pese a todo esto, y
salvo que ocurra algún imponderable, el gobierno nacional no parece que fuera a
sufrir ningún sobresalto electoral y seguirá obteniendo una mayoría abrumadora
de votos respecto de las demás opciones políticas.
Por esa razón la pelota política
está en la cancha de la oposición. Primero, porque las elecciones legislativas,
generalmente, favorecen a las opciones contestatarias. Segundo, porque otra vez
los jugadores opositores se encuentran atrapados en el mismo dilema de siempre:
si forman coaliciones disuelven sus propias ambiciones sectoriales; mientras
que si van separados para definir quién será el jefe de la oposición en el
período 2014-2015 pierden fuerza frente al complejo de unidad que plantea el
kirchnerismo.
Es por estas debilidades
estructurales que estas elecciones son decisivas para la oposición que, en este
sentido, deberá demostrar si todavía tienen sentido sus propias existencias, en
términos figurativos, claro. Es decir, a qué sectores de la sociedad
representan en términos reales. Porque, hasta ahora, ninguna una opción
política parece haber podido acaparar el descontento de los sectores
caceroleros.
Fuente: Publicado en www.telam.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario