martes, 18 de junio de 2013

Con la ley a su medida


Reino Unido continua dando que hablar por su accionar político y jurídico, en sus relaciones diplomáticas y en referencia a los territorios usurpados hasta el momento.
A pesar de su arcaica política colonialista, R.U. adoptó en los últimos tiempos un discurso tendiente a la defensa y promoción de la “autodeterminación de los pueblos”, lo cual resulta incomprensible a la luz de las políticas intransigentes que defiende sobre territorios usurpados ilegítimamente.
En este sentido se pronunció días atrás el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado Nacional, Daniel Filmus, quien opinó que “el Reino Unido invoca la autodeterminación de los pueblos cuando le conviene”, al referirse al rechazo británico a una resolución favorable a la libre determinación de la Polinesia Francesa, adoptada hace poco en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Filmus remarcó que “la votación respecto de la descolonización de la Polinesia Francesa muestra, una vez más, que el Reino Unido invoca la cuando le conviene”.
¿Cómo podría entonces entenderse la terquedad corsaria que mantiene en vilo a nuestro país e inscribe en los mapas el apócrifo nombre de “Fakland Islans”?
Como asegurara el Senador Filmus, no hay que olvidar tampoco ante estas declaraciones a los habitantes de las Malvinas que constituyen “un pueblo trasplantado luego de haberlo ocupado militarmente”. De esta forma sostuvo: “Nos llama la atención -agregó- que en el caso de la Polinesia Francesa vota en contra del principio de la libre determinación, y cuando se trata de sentarnos a dialogar sobre la soberanía en Malvinas se escudan en el mismo principio”.
Además, el Senador recordó que el Reino Unido “también expulsó a los pobladores originarios de la isla Diego García en el Archipiélago de Chagos a finales de década del 60 y principios del 70 para alquilarla como base militar de Estados Unidos en el Indico, y no interesó en ese caso aplicar el derecho a la libre determinación de los isleños".
Ante esta situación nos encontramos los argentinos, pendientes de un pueblo que no evolucionó quizá en el aspecto más importante, el humano; y que manipula leyes y tratados internacionales para conservar territorios que el mundo sabe que no le pertenecen legítimamente. Con la ley a su medida, cualquier puerco es rey.

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