Las condiciones precarias de
vivienda o la situación de calle sigue siendo motor para la manipulación
inescrupulosa de los sectores empresariales que comercian con la necesidad.
La organización TECHO, erigida
bajo el lema “Un techo para mi País” cuanta en su haber con numerosos reclamos
de vecinos de la Zona Oeste ,
familias y personas que no cuentan con un trabajo en blanco, ni recursos para
poder autoabastecerse, pero lo cual no implica que deban ser tratados como
animales.
Las viviendas que esta
organización “facilitó” a los pobladores, enarbolando la bandera de la
solidaridad, no definió más que un mero comercio basado en la buena voluntad de
los obreros que se prestan ad honorem para esta causa innoble.
Las casillas, verdaderos focos de infección forrados con bolsas de polietileno, sin divisiones internas y carentes de toda medida de seguridad, son cobradas a los necesitados como un bien real, siendo que la precariedad de la edificación atenta contra la salud y hasta contra la vida.
Las casillas, verdaderos focos de infección forrados con bolsas de polietileno, sin divisiones internas y carentes de toda medida de seguridad, son cobradas a los necesitados como un bien real, siendo que la precariedad de la edificación atenta contra la salud y hasta contra la vida.
Cada casilla, de aproximadamente
6m. x 3m., es un gran cajón de madera donde pasa la lluvia y el frío, sin
instalación eléctrica y, más aun, sin baño. Tristemente, los acreedores de
estas viviendas son estafados en su necesidad por los asociados de grandes
corporaciones que se aprovechan de la credulidad de la gente.
En contacto con nuestra
redacción, acreedores de estas viviendas pidieron reestablecer el contacto con
los operarios que instalaron estos refugios de tan escasa durabilidad, ante la
ausencia total de comunicación o respuesta ante los reclamos.
En otro sentido, se demostró
también que estas premoldeadas son altamente inflamables, detalle que pueden
testimoniar habitantes que casi sufrieron la pérdida total de sus bienes en
ocasiones en que una mínima chispa amenazaba con destruirlo todo.
Si bien es verdad que todos
necesitamos un techo, tampoco es a cualquier costo; y la humillación a la que
fue sometida tanta gente no condice con el marketing que ostenta la
organización “TECHO”. Una verdadera vergüenza para quienes promocionan su
solidaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario